sábado, 14 de abril de 2007

La elefanta tiene la piel montañosa


El eclipse nos llamó, se asomó sobre nuestras cabezas y pellizcó astuto nuestras curiosidades.

Quisimos hacernos los locos, pero fue inevitable, éramos tres solteros y aburridos en la rutina catalana asi que Montserrat fue más fuerte incluso que llamar a más amigos. Queríamos ir ya, corriendo, volando, a la pata coja... como fuera. Qué ilusión, al fin la conoceré, todos hablan de ella, sin duda tiene que ser hermosa.
Y me acuerdo de que mi cumpleaños cae en el santo de Montserrat, venga sí, vamos. Nos acostamos tranquilos y contentos, por fin había indicios de algo nuevo.
Al día siguiente, Antonio como siempre tan paternal nos preparó provisiones como para tres días pero no podía venir, yo me encargué de los detalles, Jaime puso su fortaleza para lleva el mochilón y Paco no estaba de humor, pero ya se le pasaría. Pensabamos estar tranquilos: llevarnos los cuadernos de dibujo y bromear sobre la falta de sexo, símplemente eso.

Me gusta montar en tren, me encanta el teleférico y aunque subir escaleras es un gran esfuerzo desde arriba lo sublime de la montaña me hizo olvidar el vértigo.Y llegamos al refugio, era lo único que estaba abierto, las puertas estaban abiertas, había personas libres sin peinar y perros... mmm me gusta, hay una mini huerta y todo, quebonitoesesto. Nos arrulló la ausencia de ruido.
Nos acercamos a los dos responsables del refugio. Vivían allí un chico y una chica, jóvenes Sergio y Patricia, no le tenían miedo a las alturas y eso les hacía ser más guapos, parecían buena gente, sí. Enseguida la simpatía de Jaime y Paco se los ganaron y les pedimos que nos llevaran a un sitio privilegiado para ver el espectáculo de esa noche. El eclipse de luna, yo nunca lo había visto, estaba nerviosa y empezó por la tarde-noche mi voto de silencio. Lo siento chicos, a veces no lo puedo remediar, vosotros estáis acostumbrados por lo menos; qué vergüenza los "refugieros" deben pensar que soy una siesa, pero es que no lo puedo evitar, la naturaleza me atrapa, soy la más aburrida para ir a la playa.
Bueno, nos abren las puertas de su casa, hasta yo con mi cara hasta el suelo soy aceptada, ¿por qué no me divierto? ¿por qué tengo este malestar? ¿por qué no quiero ir al sitio mágico al que nos van a llevar? aún o sé por qué hice todo lo posible para desilusionar a mis amigos con el paseo nocturno, pero como era comprensible me hicieron poco caso (yo tampoco me lo habría hecho) ¿cómo se puede ser tan aguafiestas niña?
Llegó la hora, una sensación de fatiga me subía desde los pies, me llamé cagona de mierda y nos fuimos los cinco montaña arriba había que llegar hasta la que llamaban "La elefanta". Siguiendo a Patricia, bueno, a la linterna de Patricia. Era preciosa, valiente, estaba en su casa y se sabía el camino sin mirar. La seguimos como podíamos, era la primera vez que estos tres andaluces estaban tan lejos del nivel del mar.

Al fin nos sentamos, abrimos una otra cerveza y nos pusimos panza arriba. Patri llamó a Montserrat su jardín particular y se sintió muy rica. Realmente lo era. Sergio cuidaba de sus invitados y nosotros tres nos dejamos mimar. El eclipse comenzó qué maravilla y el imán de la Luna cogió a Patricia por los hilos a modo de marioneta.
Sergio dijo:
-Patri baja de ahí arriba tía, que no llevas puesto ningún arnés.
Subió un poquito más para probar así misma que podía y decidió que su compañero tenía razón. Seguro que aún no entiende porqué lo hizo, quizá le pareció que el suelo estaba más cerca y confiada se dejó caer.
El tiempo se paró durante dos horas, la Luna no dejó a oscuras y los gritos de dolor de Patri porque su pie izquierdo se había separado de ella no cesaron hasta que terminó el jodido eclipse y llegaron los putos bomberos con el cochino médico. Compréndelo cariño estamos muy arriba.

Llegó la calma y al día siguiente sólo funcionaron los silencios y los rotuladores de colores nos hicieron imaginar que sólo había sido una pesadilla inolvidable, pero Patricia no puede volver a su casa del paraíso de roca y verde colgado del cielo; o al menos por un tiempo. La Elefanta nos regañó con su trompa como sólo los dioses saben hacerlo.

Esperamos que estés bien chiqui. Besos.


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Así como empezó,
el cicló se cerrará;
con una medusa gigante
que a todos engullirá.